Como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica “La Caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios”. Es la virtud reina, es el distintivo de los auténticos cristianos. El amor que practicamos con la caridad es un amor desinteresado, ya que deseamos y hacemos el bien del otro sin esperar obtener beneficio alguno. 

El amor a los demás no es una decisión tomada ante situaciones de pobreza o necesidad económica, es una expresión permanente de nuestra Fe, una traducción humana del Amor que recibimos de Dios. Lo que en otros es elección en nosotros los cristianos es, o ha de ser, condición. 

Como bien prescriben nuestras Reglas, el ejercicio de la Caridad es uno de los fines primordiales de la Archicofradía y así se viene desarrollando, tendiendo una mano a hermanos y no hermanos que tienen cualquier tipo de necesidad. 

Amar al Nazareno quedando impasibles e indiferentes ante el sufrimiento ajeno es amar de un modo incompleto. No somos meros espectadores de su tierno abrazo a la Cruz sino testigos de un gesto que debe levantarnos y movernos a abrazar las cruces del mundo que oprimen los hombros de los que son sus predilectos y también deben ser los nuestros. 

Esta Diputación quiere ser el latido incesante del corazón de nuestra Archicofradía, por eso tiende sus manos, levanta los ojos y abre sus oídos a todos aquellos que busquéis la esperanza o que queráis ayudarnos con vuestra colaboración y vuestro tiempo a llevar la luz donde reside la tiniebla.